"El cartero siempre llama dos veces" de James M. Cain: primer gran clásico de la novela negra

Junto a Raymond Chandler y Dashiell Hammett, James M. Cain se instaló en la historia del género negro literario con su primera novela, una obra reconocida por la crítica como un clásico que aportó a los cimientos del género negro estadounidense. El Cartero siempre llama dos veces (The postman always rings twice) fue publicada en 1934 y recoge en su trasfondo una sociedad de individuos que resisten a los embates de la descomunal crisis económica de la Gran Depresión de los años treinta.
 
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La primera gran femme fatale

La historia se desarrolla en California, donde Frank Chambers, un tipo hecho a golpes en las calles y sin más ética que la del sobreviviente, es contratado por Nick “El Griego” Papadakis, el propietario de un establecimiento comercial conformado por una estación de gasolina y una cafetería, esta última atendida por Cora, su sensual esposa. Un personaje femenino que va más allá de ser el objeto de deseo, es sin duda una criatura sensual, inteligente, y sensible que está por encima del ámbito indómito y brutal de todos los personajes masculinos de la novela. Una femme fatale con delantal y aspecto de ama de casa pero que es capaz de domar un león. Cuando Frank Chambers intercambia un par de miradas con Cora de inmediato se pone en marcha una trama intensa que atrapará al lector hasta el final.
 
 
La voz del narrador protagonista tiene una tonalidad adusta, de frases directas y diálogos certeros. Una forma que sería el sello estilístico de la literatura de James M. Cain y que le mereció ser catalogado como un writer taugt por la crítica. El relato está estructurado en capítulos cortos donde fluye una escritura ágil en la que predomina la acción para evitar la descripción sicológica de los personajes, técnica novedosa por aquellos días para el género negro en EEUU.
 
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Los dilemas morales de los criminales en la novela negra 

Otro aporte significativo de El Cartero siempre llama dos veces fue el establecer dilemas morales que cruzan la frontera de lo prohibido, narrados desde el punto de vista de dos ciudadanos de a pie que deciden convertirse en criminales para alcanzar una efímera libertad dentro de una sociedad en crisis. Quizás sea una metáfora del callejón sin salida al que el individuo es empujado por los caprichos del sistema económico y la complicidad institucional de ese Leviatán, al que se refiere Thomas Hobbes. El universo de la novela presenta una sociedad marginal donde algunas personas no tienen más opción que convertirse en un lobo para el hombre. Una especie de cueva donde la oscuridad del crimen se cocina a fuego lento desde la angustiosa desesperación en la que viven Cora y Frank, dos personajes a la deriva en las duras aguas del destino. Un profundo drama íntimo que obliga a pensar en Tennessee Williams o Raymond Carver.
 
El asunto del mal representado por una maniquea división entre buenos y malos -policias y hampones- habitual en las historias policiacas de los años 30, sufre una ruptura con El cartero siempre llama dos veces. Todo el mal se gesta y gravita en el pequeño universo que consume a los protagonistas, una pareja de gente común y corriente donde el amor y la muerte se debaten en un pulso del que es testigo un detective que llega solo al final de la historia, como un representante de un aparato judicial que no es relevante. Para James M. Cain la justicia no es un asunto a tratar, es solo un aspecto secundario que interviene en la historia como una inevitable y burocrática maldición para los culpables.
 

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El éxito comercial de la novela y la aceptación de la crítica llamaron la atención de Hollywood, pero el escándalo que despertó su erotismo descarnado -que incluso llevó a ser censurada en Boston- postergó el interés de los grandes estudios por doce años. Finalmente, en 1946 se estrena la primera versión de Hollywood dirigida por Tay Garneet y protagonizada por Lana Turner -sex simbol de los años 40- y Jhon Garfield. Pero la segunda adaptación sería la más recordada del siglo XX; el guión estuvo a cargo del dramaturgo y guionista David Mamet, y dirigida por Bob Rafelson. Esta adaptación, estrenada en 1981, logra capturar la esencia literaria de la novela y obtener un gran éxito de taquilla y la aceptación por parte de la crítica. La crudeza de la escena donde Jack Nicholson y Jessica Lange hacen el amor sobre una mesa en la cocina quedó catalogada por los cinéfilos como uno de los mejores momento eróticos del cine de Hollywood.
 
Pero como dato interesante, las primeras versiones cinematográficas de la novela se realizaron en Europa; y estuvieron a cargo de Pier Chanal con Le dernier tournant en 1939, y Obsesión de Luchino Visconti en 1943, con esta película se inauguraría el mítico neorrealismo italiano. La ópera también tuvo su versión de la novela, y estuvo a cargo de Stephen Palaus en 1982.
 
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James M. Cain se instaló en la historia de la literatura del siglo XX con El Cartero siempre llama dos veces, su primera novela y mayor éxito literario. Fue un punto de partida para una obra que se caracterizó por ambientes sórdidos donde sus personajes profundos suelen ser llevados a límites insospechados. Borges y Adolfo Bioy Casares incluyeron la novela en la colección editorial “El Séptimo Círculo” en 1945, impulsando una mayor difusión en lengua castellana de esta obra. Sin duda alguna, esta novela corta es una joya literaria que ha sabido mantenerse a flote frente a las inexorables embestidas del tiempo.
 
Héctor A. Calderón B.

Escritor, guionista y docente universitario.

Premio Nacional de Guión 2010.

Ministerio de Cultura, Colombia. 

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