"El Buen Verdugo": La última creación audiovisual de Iván Wild que ilumina la memoria del Caribe Colombiano

Un excelente trabajo ha realizado el equipo de producción de la serie "El Buen Verdugo" bajo la dirección de Iván Wild, el director barranquillero que -desde hace casi tres décadas- nos viene entregando en sus obras audiovisuales buena parte de su mundo interior, así como una mirada crítica, y a veces incómoda, a las profundidades de la complejidad humana que le han inquietado a lo largo de su trayectoria como creador audiovisual.
 
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La actriz Patricia Tamayo como la fiscal "Natalia Mendoza"

Indiferencia y limpieza social

"El Buen Verdugo" recupera un macabro episodio ocurrido en la ciudad de Barranquilla en 1992. Se trata del hallazgo de los cuerpos inertes de un grupo de indigentes que habían sido asesinados por vigilantes del anfiteatro de una prestigiosa facultad de medicina, en el marco de una compleja red de tráfico de cadáveres y trasplante de órganos. Bajo el supuesto de que la vida de estos habitantes de la calle no suponía una pérdida sino que, por el contrario, podía ser interpretada (desde su punto de vista) como un proceso de “limpieza social”.
 
 
En medio de este desolador escenario está Natalia Mendoza, papel interpretado magistralmente por la actriz Patricia Tamayo, la fiscal encargada de resolver el caso en la serie, una mujer que desde el principio de la trama se presenta vulnerable confesándole a su psicoanalista su incapacidad para abrazar sus propios sueños: “¿cómo se puede soñar si nos estamos matando?”. Y esto es ya una declaración de intenciones, reivindicar el hecho simple del derecho a vivir y que la propia vida no sea vulnerada por otro. En la medida en que su proceso de investigación avanza y va descubriendo las pistas y los implicados en el caso, Natalia se da cuenta que está asistiendo no solo a la masacre de cuerpos humanos que son destrozados por otros sino también al desmembramiento de otro cuerpo enfermo: la sociedad. Parece un lugar común, y eso no lo hace menos importante, el de reconocer las sombras del entramado social y asumir frente a él un espíritu crítico, aunque sea en solitario. Este es el gran logro de Wild con "El Buen Verdugo", especialmente en el contexto de una sociedad selectivamente amnésica, como es la barranquillera.
 
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Atrocidades de la sociedad colombiana

Y la cuestión es universal y ha significado grandes debates a lo largo de la historia de la humanidad. Al final de la segunda guerra mundial se descubrieron los terribles experimentos que el partido Nazi había puesto en marcha con judíos, gitanos y prisioneros de guerra, en la búsqueda de un conocimiento que sirviera para la atención al personal militar alemán en situaciones de combate y la consolidación de la pureza de la raza aria. Todos los cuerpos sometidos a esta macabra maquinaria terminaban en el desmembramiento (sustrayendo algunos de sus órganos), la discapacidad y, la mayoría de las veces, con la muerte. El juzgamiento de estos casos en el marco de los “juicios de los doctores” del tribunal de Nuremberg, que puso en el centro del debate este vórtice de “la solución final”, condujo a la formulación de un código de ética médica.
 
Los ecos de este complejo entramado social resuenan en el caso a cuya memoria nos remite "El Buen Verdugo". A lo largo de los cuatro capítulos, Natalia se cuestiona a sí misma su capacidad para lidiar con semejante atrocidad, por momentos se desmorona, también cuestiona a esos otros y las encrucijadas morales en las que se encuentran todos, ella incluida. El cuerpo se revela, en la obra de Wild, como el elemento central: el cuerpo humano vulnerado, y también el cuerpo social. Un cuerpo enfermo al que la serie disecciona, con un profundo cuidado y respeto, pero a la vez con la urgencia del cirujano que quiere encontrar el origen de una terrible enfermedad que al parecer nos afecta a todos (por acción u omisión), tratando de desentrañar alguna verdad escondida en lo profundo del alma humana, algún momento epifánico que nos devuelva la luz en medio de tanta oscuridad.

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Ivan Wild, director de la serie "El Buen Verdugo"

La ética de la memoria

Otra cuestión trascendental que nos plantea "El Buen Verdugo" es el deber moral de recordar, es decir: la ética de la memoria. ¿Qué recordamos? ¿Para qué recordamos?. Todos los teóricos de la memoria coinciden en afirmar que los recuerdos son siempre selectivos y que ese diálogo con el pasado es necesario y útil en la medida en que nos ayude a pensar un mejor futuro. La pregunta que nos sugieren estas reflexiones es cómo "El Buen Verdugo", y también otras series en las que ya ha venido trabajando Wild, pueden ayudarnos a pensar ese futuro que aún hoy, después de casi tres décadas, se nos presenta confuso e incierto. Tanto, como al final del último capítulo cuando el doctor Miguel Ortega plantea que aquella masacre acaso pueda ser justificada en aras del desarrollo de un extraño “conocimiento científico” que se aleja sin piedad de los valores fundamentales de la verdadera experiencia de ser humano.
 
No se trata de un acontecimiento anacrónico, fuera de su tiempo, sino de un tema central que sigue vigente ad portas de la tercera década del siglo XXI, si reubicamos la historia en el nuevo contexto de la ciencia relacionado con los procesos de generación artificial y manipulación genética de la vida y de la inteligencia humana que nos proponen un nuevo escenario social y ético. "El Buen Verdugo" recupera una historia que nos invita a resignificar todo lo que ella representa, porque el pasado no es algo anterior al presente sino una dimensión interior de este. No está atrás, sino adentro.
 
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Sobre la serie

"El Buen Verdugo" (2018) es una producción Wild Movies con el apoyo de la Universidad del Magdalena y financiada por la Autoridad Nacional de Televisión. Se emite por canales de televisión del Sistema Nacional de Medios Públicos (RTVC) y por el canal de youtube Wild Movies. La serie consta de cuatro capítulos de 25 minutos, clasificada como suspenso policiaco.
 
Pueden ver los cuatro capítulos de "El Buen Verdugo", en este enlace: el canal de Youtube de Wild Movies.
 
Carmen Viveros Celín

Nació en Barranquilla. Máster en Teoría y Práctica del Documental Creativo de la Universitat Autònoma de Barcelona. Allí trabajó como coordinadora académica y productora, de 2001 a 2012, de casi un centenar de documentales (https://vimeo.com/uabmasterdoc), emitidos canales de televisión y festivales de todo el mundo. Desde 2014 trabaja como profesora e investigadora de la Universidad del Norte. Actualmente desarrolla su tesis doctoral Cartografías de la Memoria Audiovisual en Colombia, en la que confluyen los temas que le han apasionado a lo largo de su vida y trayectoria profesional.

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