Cuando los guionistas fueron estrellas: “Barton Fink” de los Hermanos Cohen

Es usual que grandes directores del cine de Estados Unidos sean reconocidos y premiados primero en Europa. El conservadurismo de Hollywood, y su desconfianza hacia las miradas transgresoras, han relegado en numerosas ocasiones a cineastas de gran calidad. Como sucedió con Martin Scorsese unos años antes, el cine de los Hermanos Cohen fue exaltado y celebrado primero en Europa antes que en su tierra natal. Después de su tercera película, la magistral “Miller´s Crossing” (1990), una de las grandes y mas oscuras películas del género negro, los Hermanos Cohen fueron premiados y consagrados ante la crítica mundial en el Festival de Cannes de 1991 por su película “Barton Fink”: ganaron la Palma de Oro, que premia a la mejor película, y los premios a Mejor Director y Mejor Actor, para el protagonista, John Turturro. Sólo hasta el año 2008 lograron la consagración en su país con la película "No country for old men".
 
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Reescrituras del Género Negro

El género negro, o film noir, es la vertiente temática que mejor han desarrollado estos dos cineastas. Frente a sus comedias, los film noir de los Hermanos Cohen han sido infinitamente superiores.
 
En éste sentido, “Sangre fácil” (1984), su primer largometraje, fue la primera muestra de su talento para éste género cinematográfico de hondas raíces literarias. Pocos años después “Miller´s Crossing”  (1990) sería la consagración.  “Barton Fink” (1991), “Fargo” (1996) y “El hombre que nunca estuvo allí” (2001) completan su paisaje fílmico “negro” de diversas facturas visuales y argumentales que complementa “No Country For Old Men” (2008) . En todas éstas películas se realizan reescrituras del género negro en las que la ironía y el humor negro son los grandes ingredientes bajo los cuales los Cohen replantean las características, arquetipos, personajes y temáticas propias del film noir, siempre con el telón de fondo del absurdo en la diversa ideosincracia estadounidense.
 

Barton Fink: el escritor en la tierra de los filisteos

La historia que narra la película "Barton Fink" transcurre en 1941. Un escritor teatral neoyorquino, Barton Fink, luego de tener cierto éxito con su última obra en Broadway, es contratado por la productora de films de Serie B, Capitol Pictures, para escribir el guión de una película de lucha libre. Barton duda en viajar pues teme dejar de lado su búsqueda artística: lograr escribir una gran obra teatral para el “hombre común”, pero es convencido por su agente con el poderoso argumento de los 2000 dólares semanales que le pagarán le darán la tranquilidad económica para emprender su proyecto estético. Barton Fink viaja. Tenemos, entonces, la historia de un intelectual escritor teatral neoyorquino que viaja al oeste, a Hollywood, a trabajar como guionista en el solvente mundo del cine. Fuera de su ambiente habitual, New York y el teatro, pronto empezarán los problemas.
 
En Los Angeles, Barton se hospeda en el Hotel Earl, un lugar alejado y solitario que cree propicio para su trabajo. En su austera habitación hay algo que le llama la atención: frente al escritorio, colgado en la pared, hay un cuadro de una mujer en la playa, en traje de baño, que observa hacia el mar.  
 
Barton conoce al presidente de Capitol Pictures, Jack Lipnik, un enorme y extravagante hombre que confía en su talento. Son los días en que, en Hollywood, los guionistas son las estrellas de los estudios. Capitol Pictures pagará bien. Comprensivo con Barton, y su condición de novato como escritor de películas, Lipnick le da unos consejos y le indica cómo escribir la historia: ésta debe tener como protagonista a un luchador, un buen hombre con medias de malla que lucha contra algún elemento maligno y tiene un romance con una mujer. Lipnick le sugiere un poco mas de fortaleza en sus personajes, pues según le han comentado, la obra teatral de Barton, reconocida en Broadway, contiene personajes algo amanerados.
 
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Hombres con mallas y hombres amanerados

Después de éste encuentro Barton inicia la escritura del guión. Sin embargo, luego de redactar la descripción de la escena inicial, sufre un bloqueo, no puede escribir. Frente a él, colgado en la pared, el cuadro de la mujer en traje de baño roba su atención. Poco después escucha los sollozos de un huésped cercano, Charlie, un hombre gordo y enorme, vendedor de seguros, que será su interlocutor durante el largo bloqueo. Es a través de las conversaciones con Charlie que conocemos el proyecto estético de Barton y sobre todo su egolatría como escritor. Barton, que se considera un hombre intelectual, pretende escribir el teatro del hombre común, del trabajador como Charlie mismo, según sus propias palabras. Sin embargo, cuando Charlie intenta contarle algo de su propia vida, algo que pueda servir como material para su obra, es interrumpido por las intelectuales cavilaciones de Barton, quien no escucha, sólo habla.
 
El bloqueo creativo persiste. Barton conoce al productor de la película, Ben Geisler, a quien confiesa su problema. Geisler, un incesante parlanchín que aborrece a los guionistas, le recomienda hablar con otros escritores de películas para pedirles consejo.  
 
En una de las mejores escenas de la película, de forma fortuita, en el baño del restaurante en el que almuerza con Geisler, Barton conoce a W.P. Mayheu, un reconocido escritor que trabaja como guionista. Mayheu, cuya apariencia recuerda al escritor William Faulkner quien trabajó como guionista en Hollywood en aquellos años, es un artista alcoholizado, amargado por tener que vender su talento en ese “lamedero” que es Hollywood. Cuando va a visitar a Mayheu, Barton conoce a Audrey, secretaria y amante del escritor. Junto con Barton, nos enteramos de que Mayheu es un escritor en el ocaso creativo y que Audrey es quien soporta sus violentos ataques de impotencia creativa y exceso de alcohol. 
 

El encierro del escritor y la tensión sexual 

Barton vuelve a su encierro pero no puede escribir. La mujer del cuadro roba su atención. Por el calor, el papel que recubre las paredes del hotel se desprende en las paredes de su cuarto.  Al acercarse para volverlo a poner, escucha los sollozos amorosos de una pareja en el cuarto contiguo. La soledad, la tensión sexual reprimida, contribuyen a su bloqueo mental. Llega Charlie a visitarlo, hablan de las necesidades sexuales, tema que parece abrumar a Barton. Aquí los hermanos Cohen, en algunas de las escenas que transcurren en la habitación del hotel, ya nos han mostrado algunas imágenes alusivas a las masturbaciones de Barton.  Charlie es también un hombre solitario, apremiado por éstas necesidades. El tema de la homosexualidad también se comenta, y se hace presente en la representación de la lucha que Charlie y Barton realizan, lucha de hombres con mallas que Barton debe llevar al guión. 
 
El bloqueo mental de Barton persiste, la página permanece en blanco frente a él. Pasa un día de campo con Mayheu y Audrey. Mayheu le regala un ejemplar de una de sus novelas, “Nabucodonosor”, y le escribe una dedicatoria que dice: “Tal vez este entretenimiento te distraiga durante tu estancia entre los filisteos”. Los dos escritores confrontan sus puntos de vista acerca de la escritura: Mayheu escribe porque le gusta inventar historias, al escribir se siente en paz; Barton escribe porque siente un dolor profundo, porque quiere que su obra otorgue alivio a su semejante, “el hombre común”. Las palabras de Barton impresionan a Audrey. Mayheu, por el contrarior, sólo encuentra consuelo a su impotencia creativa en el alcohol. Después de una discusión, y luego de agredir a Audrey, Meyheu se aleja, borracho, cantando una canción sureña. Barton, indignado, socorre a la mujer.
 
El tiempo apremia. Barton tiene que presentarle la historia a Lipnick. Al enterarse de que Barton no ha escrito nada aún, Geisler, el productor, entra en pánico. Le pide que escriba algo sencillo y ligero, finalmente sólo es una película de serie B. Lo envía a una de las salas para que vea algunas escenas de una película de lucha que se filma en ese momento. En la oscura sala Barton observa las tomas del rodaje de una escena en las que una y otra vez caen a la lona un par de hombres gordos entrelazados en la lucha.
 
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La soledad del adulto-niño

En el hotel, mientras intenta escribir, el cuadro de la mujer en traje de baño sigue robando su atención. Charlie pasa a saludar a Barton, ha tenido un día tenso de trabajo,  los gemidos de la pareja también lo atormentan, la soledad lo agobia algunas veces. Le anuncia al escritor que se irá por unos días a New York. Barton se aflige, en Hollywood, en ese mundo en el que todos hablan y nadie escucha, Barton se queda solo.
 
Desesperado por el apuro de la entrega y el bloqueo mental, Barton llama a Audrey, necesita ayuda, debe entregar la historia al día siguiente. Después de insistirle, Audrey acepta. Al llegar a la habitación Audrey da unos consejos a Barton: las historias de lucha siempre tienen un luchador bueno, uno malo, una mujer a quien proteger, o un niño, personaje que muchas veces Mayheu, en sus guiones, convierte en un niño- adulto, un hombre con algún retardo mental. Maliciosa le cuenta que algunas veces, para vengarse de los estudios, Mayheu escribe intensas y sugerentes escenas sexuales entre el luchador bueno y el niño-adulto. La escena deriva en una confesión: es Audrey quien ha escrito las últimas novelas y guiones de Mayheu. Finalmente Audrey consuela a Barton y ambos terminan en la cama. 
 

Metaficción y crimen

A la mañana siguiente Barton despierta. A su lado yace Audrey, desnuda y ensangrentada, la han asesinado. Barton pierde el control. No sabe que pasó, no sabe que hacer. Sólo tiene a su amigo Charlie, a quien recurre. Charlie lo ayuda, se encarga del cuerpo de Audrey mientras Barton permanece en shock en el baño. Así acude a la cita con Lipnick, para presentarle la historia, pero no tiene nada que decir. Ante Lipnick logra evadir la entrega. El enorme hombre, dueño de Capitol Pictures, lo considera un artista.
 
En la noche Barton regresa al hotel. Está destrozado interiormente. Charlie pasa a despedirse, lleva su equipaje pues ya se va. Barton llora, Charlie lo consuela. Antes de irse le entrega una caja, le pide a Barton que se la guarde mientras regresa, le dice que la caja contiene sus únicos objetos personales. Finalmente lo anima a escribir, le sugiere que escriba sobre él, sobre Charlie, y se va. Barton se queda sólo en su habitación, sobre la cama aún permanecen las sábanas ensangrentadas donde yacía el cuerpo de Audrey.
 
El guión que no ha escritor se desarRolla con su propia vida: Barton, el niño-hombre-bufón, es consolado por el luchador, por el hombre grande. Antes ha sido la mujer, Audrey, quien le ha dado consuelo. En éste momento la experiencia vivida por Barton supera su proyecto estético. La brutalidad del oeste está muy lejos de la intelectualidad neoyorquina.
 
Insomne, sin escribir, abrumado, toma la Biblia y la abre en el libro de Daniel, en un pasaje que narra la escena en que el rey Nabucodonosor amenaza a los caldeos si los profetas no le revelan un sueño que ha tenido. “Nabucodonosor”, el protagonista del libro de Mayheu, que en realidad fue escrito por Audrey. En ese momento suena el teléfono. Dos detectives lo solicitan. Barton cae mal a los dos hombres, por su condición de escritor para el cine. “Yo guardo respeto por jóvenes trabajadores, como ustedes”, dice Barton, asumiéndose como hombre intelectual. Los hombres le enseñan una foto de Charlie, que en realidad es Karl Mundt, un asesino, exconvicto, a quien buscan. En forma agresiva indagan a Barton, han encontrado el cuerpo de una mujer, sin cabeza, y sospechan de Mundt.
 
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Un hombre gordo, una mujer y un asesinato 

Barton no dice mucho a los detectives, omite informarles acerca del viaje de Charlie. Regresa a su habitación, toma la caja, la observa y la pone sobre el escritorio, frente a la máquina. Sabe que en la caja está la cabeza de Audrey. Las piezas que necesita están ahora en su sitio: la caja sobre el escritorio, la mujer del cuadro y una foto de Charlie con traje de vendedor. Barton se pone a escribir, finalmente tiene una historia que contar.
 
Al finalizar, después de días de encierro, Barton cree que ha escrito su gran obra. Sin embargo, el final del guión que ha escrito es extrañamente igual al final de su obra de teatro, que hemos visto al comenzar la película. ¿Algo ha cambiado en Barton o sigue siendo el mismo?. La euforia y la egolatría vuelven. Barton celebra en un salón de baile en el que marineros y militares disfrutan de la música antes de partir a la guerra. Son los días previos al conflicto con los japoneses. Allí discute con un hombre, les endilga que él es un creador, sus armas están en su cabeza. Pero son los días de la Segunda Guerra Mundial, el hombre norteamericano es el hombre de armas, fuerte, valiente, no el hombre común y sensible que duda de sí mismo. Barton es golpeado y cae, se arma una pelea. Desde el suelo observa a hombres, militares, que caen entrelazados en la lucha.
 
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El fuego purifica 

El final de la película nos remite al sueño de Nabucodonosor: todo se consume por las llamas. Después de incendiar el hotel y liquidar a los dos detectives, Charlie revela a Barton los motivos de acto: ha cometido el crimen porque Barton no escucha. Para Charlie, Barton es otro incesante hablador más. Su condición de hombre intelectual le impide acercarse y conocer al hombre común. Charlie, al asesinar, se considera a sí mismo el verdadero liberador del dolor ajeno. Barton, por el contrario, es tan sólo “un turista con una máquina de escribir que pretende enseñar algo que no conoce, que no siente: el alma del hombre común”. Barton pide perdón a Charlie.
 
El guión de la película, llamado “The Burlyman” (El hombre fornido), es rechazado por Lipnick, quien le insiste en que el público quiere hombres en mallas, fuertes física y mentalmente, quiere escenas de acción de hombres luchando en la lona, quiere violencia, no hombres en conflicto con sus almas. Lipnick, vestido de militar, le recuerda que son tiempos de guerra, los japoneses son la amenaza. Barton sólo atina a decir: “Intenté mostrale algo hermoso, algo acerca de todos nosotros”. Lipnick, furioso, le increpa su arrogancia de “artista”, el mundo no gira alrededor suyo, para Capitol Pictures Barton es tan sólo un escritor más. 
 
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El espíritu del hombre trabajador 

En la tierra de los filisteos, de los adoradores de ídolos, en Hollywood, Barton ha fracasado como escritor, pero tal vez ha ganado algo como artista. Sometido al yugo de Capitol Pictures, ahora es un hombre trabajador. Tal vez eso es lo que sugiere la escena final, cuando, en la playa, ve hacerse realidad la imagen del cuadro de la habitación del hotel: una mujer en traje de baño se ha sentado ante él y observa el mar. La ficción se ha hecho realidad.
 
Barton Fink” transcurre en los esplendorosos años 40 del cine de Hollywood. Mientras la Segunda Guerra Mundial azotaba al mundo, en aquellos años el cine era de los guionistas, que eran las estrellas del mundillo cinematográfico. Los grandes escritores del momento fueron contratados por los estudios para escribir las películas. De la mano de éstos escritores el género negro en el cine emergió con fuerza.  Los Hermanos Cohen dan color a ésta época y hacen un film noir cuyo protagonista es un guionista. Con éstos elementos, en  “Barton Fink”  los Hermanos Cohen realizan una nueva re-escritura del género negro cinematográfico y hacen una gran película.
Edwin Umaña Peña

Escritor, guionista y docente universitario.

Autor del libro de cuentos "Amor Sexo Decepción" (2021) y de la novela "La conspiración de los farsantes" (2017).

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