"Wash", "Una rosa para Emily" y "Música negra" de William Faulkner

William Faulkner (1897 – 1962) es uno de los más importantes escritores estadounidenses del siglo XX. Ganó el premio Nobel de Literatura en 1949 como reconocimiento a una obra novelística suprema que ejerció una gran influencia en generaciones de escritores posteriores, como los autores del "Boom Latinoamericano". Es autor de novelas como "El sonido y la furia" (1929), "Mientras agonizo" (1930), "Luz de agosto" (1932) y "¡Absalón, Absalón!" (1936).
 
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Incesto, racismo y aislamiento en "Una rosa para Emily"

"Una rosa para Emily" (1930) es su relato más reconocido. Es considerado un clásico de la literatura estadounidense y uno de los mejores cuentos de todos los tiempos. Allí Faulkner cuenta la historia de Emily, una mujer mayor que pertenece a una antigua familia ilustre, los Grierson, que pelearon en la Guerra Civil. La forma en que narra el cuento fue novedosa para su tiempo pues no es un relato lineal, hay saltos temporales que conforman una trama compleja que contribuye a que el cuento sea una obra maestra. El narrador es muy especial, ya que se trata de una especia de voz colectiva, donde muchos eran observadores de esta mujer, miembro de una familia ilustre del pueblo.  
 
 
Emily es percibida por su pueblo como una reliquia y el relato comienza cuando ella ha muerto. Se hace un recorrido de su vida desde la muerte de su padre, hasta el fin de sus días, dando importancia a su relación con los hombres y su vida pública. Al ser miembro de una familia importante, y además mujer, ella vivió una vida de aislamiento ya que para su padre no había un pretendiente digno de ella. A medida que pasa el tiempo el pueblo cambia hasta convertirse en una ciudad, los cambios sociales se hacen  presentes y la antigua familia ilustre se convierte en una estirpe en decadencia, de la cual Emily es la última representante.
 
En el relato se cuenta que ella vivió muchos años encerrada cuidando a su padre y cuando éste murió no quería que fuera enterrado, quería que el cuerpo permaneciera en casa. Emily se convierte en una extraña mujer, siempre encerrada, quien trata a los demás con distancia y despotismo. Se niega a pagar impuestos y casi nunca sale de casa. Todo cambia cuando al pueblo llega una cuadrilla de hombres a pavimentar las calles, dirigida por un blanco llamado Homer Barron. Emily lo conoce y sostienen una relación amorosa. La voz narrativa, quien narra, cuenta que la veían con Homer Barron hasta que este desapareció. Días antes la mujer había comprado arsénico, supuestamente para unas ratas.
 
 
El final del cuento trae la clave. Pasan los años y Emily muere de vejez. Su sirviente escapa, espantado, al morir ella. Ni siquiera asiste a su funeral. Cuando la gente del pueblo entra en la vieja casona se descubre el cadáver de Homer, momificado, recostado en la cama de la habitación de Emily. Es evidente que Emily logró con Homer lo que no pudo con su padre muerto: conservar el cadáver en casa. Así mismo se evidencia que ella lo envenenó. Las similitud entre lo ocurrido con el padre y el amante de Emily dejan planteadas muchas preguntas que conducen a un temas recurrentes en la obra de Faulkner: el incesto. ¿Qué ocurrió en los años de encierro de Emily con su padre más el hecho de que este no la dejara conocer hombres? Algo que seguramente desembocó en un desequilibrio mental.
 
Emily es una mujer que ha sufrido. El autor del relato guarda compasión hacia ella y por eso le deja su rosa: el mismo relato. La estructura de este cuento es muy importante, pues se hace con constantes saltos temporales, hacia adelante y hacia atrás, forma narrativas propias de las vanguardias literarias de los años 30. La forma de la rosa parece ser la estructura del relato que va y viene de un momento temporal a otro.
 
El narrador del cuento es atractivo porque es la perspectiva de los habitantes de la ciudad y es la única presente, desde donde sólo se tiene acceso a la vida pública de Emily. El juego con el tiempo es intrigante: Faulkner cuenta lo que le viene en gana, y aunque va dejando pequeñas migajas de pan sugiriendo lo que sucede en casa de Emily, no es hasta el insólito final que se revela lo sucedido. Un final magistral que hace a todas las pistas cobrar sentido.
 
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Wash (1934) es la historia de Wash Jones, un sureño blanco de bajos recursos. Es un hombre que vive en una pequeña cabaña en los terrenos del Coronel Sutpen, veterano de la Guerra Civil, que termina siendo su empleador y supuesto amigo por un largo tiempo. Walsh nos cuenta lo ocurrido, los abusos que Sutpen cometió contra él y su familia, a quienes llamaban "basura blanca". Un sureño blanco y pobre, que sufre los abusos de la élite blanca terrateniente.

A través de la estructura del relato Faulkner siembra y recoge. Los sucesos del inicio del cuento, que se ubica cerca del final cronológico, juegan un papel determinante en el clímax. El cambio de focalización del narrador sobre los personajes es una buena jugada. Hace creer que se va a contar una historia de amistad; pero se termina contando una totalmente diferente que distrae al lector de la situación original hasta retomarla y dar el giro final.
 
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Música negra (1934) narra la peculiar historia de Wilfred Midgleston, un estadounidense que llegó a Suramérica huyendo de su pasado. Es una entrevista de Midgleston con su pasado en el que estuvo hechizado por el dios Pan en una empresa mítica contra la destrucción de la naturaleza.
Es un cuento atractivo porque los sucesos están contados a través de diálogos desde la perspectiva del que los vivió; pero también se muestra un diferente punto de vista que pone en cuestión todo lo contado. Hay los suficientes elementos para hacer dudar al lector sobre lo que en realidad sucedió.
 


Faulkner rompe las estructuras temporales para jugar con el lector de una forma muy sutil. Este rompimiento se da de forma natural, llevando la narración con fluidez e intriga hasta dar el golpe final, donde recoge todos los detalles que ha puesto a lo largo del cuento. El uso de frases largas puede llegar a ser confuso y requiere un esfuerzo mayor para hilar las ideas y no perderse entre una y otras. Tiene además un uso estupendo del dialecto sureño, plasmando fielmente la forma de hablar.